A mi hija Luna le dije ayer adiós. Dicen que se va a una vida mejor, que ya nos veremos allá… y no sé qué tantas cosas más. Lo único para mi cierto es que me jode, me duele. Mi niña. Mi comandante. Ponía a la loca Diana en su lugar. Combatió en Vietnam, le hacía unos placajes dignos de boina verde.
Se le fue apagando la vida, tuvo mil problemas, enfermedades… y casi llega a los 16 años, incluso con un cáncer de células escamosas con mal pronóstico, precisamente un 20 de febrero de 2023, exactamente hace dos años. Lo venció mi niña. Pero hasta ahora nadie le ha ganado al tiempo. Mi consuelo es haberle dado todo el amor que merecía. Le enloquecía montar en coche. Diana y Hope se mueren de miedo, sin embargo, la comandante, se apuntaba al coche para sacarlo del garaje, le abría la puerta del copiloto y se montaba, ese pequeño momento era la vida. Sentarme en el sofá y que se pegara a mi pierna para que le hiciera un masaje. Los momentos con mis niños frente el televisor, escribiendo en la máquina, leyendo un buen libro o simplemente viendo el tiempo pasar, me hacen consciente de lo poco que se necesita para ser feliz.
Diana y Hope se suben a la cama a dormir conmigo, La comandante tenía su colchón y era sagrado, nada de tonterías de cama, que le dejen su colchón, era lo único que pedía por la noche, su colchón y que no la molesten. Ahora, hay un hueco tan grande como el que deja en mi corazón.
Adiós mi comandante. Mi niña. Mi Luna.
